lunes, 10 de febrero de 2014

JORGE RIECHMANN - HISTORIAS DEL SR. W.




Dejamos que se fueran cayendo
las casas de los padres
abandonamos los huertos

Ruinas de adobe aragonés
en los campos vacíos
ruinas de piedra castellana
en el páramo limpio
ruinas de sal y sueño. Perdimos
la dignidad de los pobres
sin ganar el aplomo de los ricos

Pensando que ascendíamos
nos dejamos caer
más abajo reabajo requeteabajo

Asfaltamos hasta las grietas del alma
pensando que llegábamos a alguna parte

Nos creíamos modernos desarrollados libres:
no éramos nada más que nuevos ricos
envilecidos un poco más cada día

La libertad sigue siendo proyecto
y echamos
tanto de menos la fuerza de soñar

                 *****

El cuerpo perfecto
en el coche perfecto
dentro del garaje perfecto
junto al chalé perfecto
bien protegido por los guardias de seguridad perfectos
y compartido con la pareja perfecta
que acaba de regresar de la compra perfecta
dispuesta para el paseo por la urbanización perfecta
mientras se hacen planes para el veraneo perfecto
y se evalúan las notas perfectas de los vástagos perfectos
que estudian en el colegio privado perfecto

y para lograr todo eso
corres sin moverte del sitio
como el ratón enjaulado en su rueda giratoria

O eso
o aceptar la realidad

             *****

Venimos de un desastre, vamos a una catástrofe

¡Pero vivimos en un mundo
donde existen el beso
y el gazpacho!

Una y otra vez
momentos absolutos de belleza
amor
sosiego
  
    *****

Leer
como quien paseando por la playa
de vez en cuando se detiene
a recoger una concha muy hermosa;

y escribir
tampoco es tan distinto

           *****

No escribimos
para ganar un concurso de belleza:

escribimos para vivir

   *****






Tantas ilusiones
del ser humano sobre su frágil condición:

pero somos anfibios

anfibios
entre el agua y la tierra
entre la tierra y el aire
entre el aire y la letra

anfibios entre memoria y deseo
entre el dolor y la lógica
entre la luz y tus párpados

anfibios entre el tiempo irreparable que no vuelve
y la repetición de las rutinas del absurdo
o del amor

          *****

Wrongo ha extraviado
su reloj de pulsera

Es cierto que puede ir consultando la hora
aquí y allá
––y por cierto que no deja muchas veces de hacerlo—

Pero le sorprende constatar
que sin el pequeño parásito de acero que siempre
le mordía la muñeca

el tiempo fluye mucho más libre y lento


Jorge Riechmann
HISTORIAS DEL SR W.
Ediciones La Baragaña

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